El Toro de Barro

El Toro de Barro

martes, 27 de octubre de 2015

«Peregrino», de Luis Cernuda

Poma PEREGRINO, de Luis Cernuda. Libro de Referencia: Carlos Morales del Coso, "Coexistencia (Antología de poesía israelí –árabe y hebrea– contemporánea”, Ed. El Toro de Barro, Carlos Morales del Cosoed.
Luis Cernuda

(España, 1902 – México, 1963)
Peregrino

          Volver? Vuelva el que tenga,
tras largos años, tras un largo viaje,
cansancio del camino y la codicia
de su tierra, su casa, sus amigos,
del amor que al regreso fiel le espere.
          Mas ¿tú? ¿volver? Regresar no piensas,
sino seguir libre adelante,
disponible por siempre, mozo o viejo,
sin hijo que te busque, como a Ulises,
sin Ítaca que aguarde y sin Penélope.
          Sigue, sigue adelante y no regreses,
fiel hasta el fin del camino y tu vida,
no eches de menos un destino más fácil,
tus pies sobre la tierra antes no hollada,
tus ojos frente a lo antes nunca visto.


Otros poemas de Luis Cernuda 

Grandes Obras de 
El Toro de Barro
Carlos Morales del Coso, "Coexistencia (Antología de poesía israelí –árabe y hebrea– contemporánea”, Ed. El Toro de Barro, Carlos Morales del Cosoed.
Carlos Morales del Coso, "Coexistencia (Antología de poesía israelí –árabe y hebrea– contemporánea”
Ed. El Toro de Barro, Carlos Morales del Coso ed.
Tarancón de Cuenca, 2002.
PVP 10 euros.
Carlos Morales, "Coexistencia (Antología de poesía israelí –árabe y hebrea– contemporánea”, Ed. El Toro de Barro, Carlos Morales ed.



















«Muerte», de Vladimir Holan

Poema MUERTE, de Vladimir Holan. Fotografía de Alfonso Brezmes. Libro de referencia:Neus Aguado, "Intimidad de la fiebre”, Col. «La piedra que habla», Ed. El Toro de Barro, Carlos Morales del Coso ed., Tarancón de Cuenca, 2005, PVP 10 euros. edicioneseltorodebarro@yahoo.es
Alfonso Brezmes

Vladimir Holan
(Chequia, 1905 – 1980)
Muerte
Traducción de Clara Janés



La arrojaste de ti hace muchos años
y cerraste el lugar e intentaste olvidarlo todo.
Sabías que no estaba en la música, de modo que cantabas,
sabías que no estaba en el silencio, de modo que callabas,
sabías que no estaba en la soledad, de modo que no estabas solo.
Pero, ¿qué puede haber sucedido hoy
para asustarte, como el que por la noche ve de pronto
un rayo de luz por debajo de la puerta de la habitación de al lado
donde no vive nadie desde hace muchos años?



Otros poemas de Vladimir Holan

Grandes Obras de 
El Toro de Barro
Neus Aguado, "Intimidad de la fiebre”, Col. «La piedra que habla», Ed. El Toro de Barro, Carlos Morales del Cosoed., Tarancón de Cuenca, 2005, PVP 10 euros. edicioneseltorodebarro@yahoo.es
Neus Aguado, "Intimidad de la fiebre”
Col. «La piedra que habla»
Ed. El Toro de Barro, Carlos Morales del Coso ed.
Tarancón de Cuenca, 2005
PVP 10 euros.
Neus Aguado, "Intimidad de la fiebre”, Col. «La piedra que habla», Ed. El Toro de Barro, Carlos Morales ed., Tarancón de Cuenca, 2005, PVP 10 euros. edicioneseltorodebarro@yahoo.es





 























«Chaneques (Canción de cuna)», de Víctor Toledo

Poema CHANEQUES (CANCIÓN DE CUNA), de Víctor Toledo. Libro de Referencia:Neus Aguado, "Intimidad de la fiebre”, Col. «La piedra que habla», Ed. El Toro de Barro, Carlos Morales del Coso ed., Tarancón de Cuenca, 2005, PVP 10 euros. edicioneseltorodebarro@yahoo.es



Víctor Toledo
(México, 1957)
Chaneques
(Canción de cuna)

Los chaneques son los duendes del sureste mexicano.
 Los sacerdotes binizá tuvieron la premonición  de la
llegada de hombres blancos y barbados. Y avisaron a
 los aztecas que se asombraron como soles en la noche.




Velo, pero las hormigas no salen.
los chaneques cabalgan sobre ellas
ojillos terribles de luz, chisporroteando
garapa, garapa rapa.

Duermo, las hormigas vuelven
y los chaneques me olvidan.
Mi madre niña espiaba temerosa
cuando al corredor de la calle polvorienta -asteroide abandonado- entraban
pero las hormigas ya bebían sus piernas 
y eran la sombra que se abre en la luz de una estrella muerta.

Xhuncu: si desvelo
no puedes dormir
te recuerdo lo que ansiosa esperabas de tu infancia diluvial
y vas a reencontrar los hombrecitos luminosos
levantando polvaredas de la eternidad
con sus risas y rondas, con sus rosas lirondas, con sus lindes que rozan
el delirio, flotando entre los cedros,
desordenando asteroides de la constelación,
quebrando espigas cetrinas de la luna, vigas del cielo
y tibios nardos de la sombra.
¿Recordarán las hormigas
la edad del polvo milenario en que llegaron,
no la gota de leche de la noche
en que cada una se transparentó.
¿Lo que otras veces sucedió
cuando otro como yo robaba -de estrellas fugaces- preguntas a la noche
cruzada de relámpagos de tiempo?

A través de la ventana del viento
que da a una calle clara y larga
caído rayo fósil, cauda olvidada de cometa,
los tigres de Tezcatlipoca
y los sacerdotes binizá miran a los chaneques.
En la montaña aúllan brujos monos. Tienen frío.

Nocturna espuma, la hormigas florecían en los talones
¿qué premoniciones se aclaraban
como en el ojo de agua donde la danza pule su rostro?
¿Qué es lo que sabían?
¿Por qué todo camina tan quieto
como antes de una tempestad?

Zeeda Bendayuse-lá?
¿Viene bramando en el cielo un ganado de culebras?

Xhuncu Huini, al fin duermes.
Ellas vuelven sigilosas a tomar
de las tazas de barro
el líquido que corre
en monedas de cacao
mueven con sus antenas al vacío,
y la luz de la vela se tropieza y muere:
otra lengua protestando, manoteando en el silencio.
No les importa decirnos lo que saben
no les preocupa lo que pasa.

Los diminutos del tiempo
inquietan las ramas del viento
                                                   colgándose de ellas
con los brillos que ruedan en el agua
con los grillos que cantan en la aguja
escondida en la fragua marina del pajar.
Son voces maduras de la noche
                                                    a punto caer
¿Recuerdas cuando los nuestros se alejaron
con la danza enredada en los tobillos?

Cuando todos duermen soñando que sueño
la noche se empieza a levantar
en una alta ola que anega a la Vía Láctea.
Devora a la tierra un rumor
                                              ya estrépito de pasos
es un nutrido ejército defensor que se aproxima.
Garapa, garapa rapa.

- Baádu, nònu guciguiè
-Niño, es la estación de agua.
-¿Hriaba  bandáagaa guie´nisa là?
-¿Se deshojará la flor de agua?
-Cayete bi
-Está bajando viento.
-Ñaá, ma´ uleza bi
-Madre, ya esperó el viento.
-Caguiaba bandaaga,  ne nisaguié
-Se deshoja, está lloviendo.
-Ñaá, ¿zeda Cosijoeza, Binni Nanyo’ sti Yi ne sti       
                                                                     Belebiáni, shaíque stínu?
-Madre, ¿vendrá Cosigoeza, el  Señor del Tiempo
                                                           y del Rayo, nuestro emperador?
-Guùzi, shiiñi gaana, lu bacaanda´
Cacheesa lu guciguié
-Duerme, hijo, en el sueño
                                           que trota en la estación de agua. 


                                                                        

Otros poemas de Víctor Toledo




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El Toro de Barro
Neus Aguado, "Intimidad de la fiebre”, Col. «La piedra que habla», Ed. El Toro de Barro, Carlos Morales del Cosoed., Tarancón de Cuenca, 2005, PVP 10 euros. edicioneseltorodebarro@yahoo.es
Neus Aguado, "Intimidad de la fiebre”
Col. «La piedra que habla»
Ed. El Toro de Barro, Carlos Morales del Coso ed.
Tarancón de Cuenca, 2005
PVP 10 euros.
Neus Aguado, "Intimidad de la fiebre”, Col. «La piedra que habla», Ed. El Toro de Barro, Carlos Morales ed., Tarancón de Cuenca, 2005, PVP 10 euros. edicioneseltorodebarro@yahoo.es