El Toro de Barro

El Toro de Barro

miércoles, 22 de mayo de 2013

El "Paramo", de Jordi Doce


 Jordi Doce
Páramo

(De su libro Mar de fondo, Gijón, 1990)




Éstos son los dominios de la greda y la escarcha.
Más allá del cristal y los cabos de cera,
el alba es la insistencia creciente de sus ruidos,
el paso regular con que el tiempo revive.
Tras salir de la casa, torpes, desdibujados
por la vigilia, andamos por callejas
que extienden su ceguera sobre un páramo
incómodo, desnudo de sí, y nos sobresalta
el cuchillo del frío, el ladrido candente
de algún perro que lucha con el amanecer.
Inexorable, el plomo ha amordazado el cielo,
y una lluvia muy fina nos desgasta los ojos,
confunde nuestras ropas con la piel.
Otra vez el temblor, como la incertidumbre,
es un indicio en nuestros corazones,
un eco que revive viejas debilidades.

Andamos tercamente olvidados de todo.
De vez en cuando algún gesto amistoso,
alguna frase astuta nos recuerda
que la noche fue pródiga en sentencias,
en juicios caprichosos como la juventud
y proclamas que a nada comprometen.
Ahora, sin embargo,
tan próximo a la médula oscura de este mundo,
tan ajeno a los sueños y la bondad soñada,
doy en pensar, o intuyo acaso,
que demasiada urgencia, demasiada impotencia
nos llevan a este oficio para cuidar el mundo,
la cómplice atención de la mirada,
ese distanciamiento que exige toda página
para reconciliarnos con la vida.



 
Otros poemas de Jordi Doce
Elegía (2008); El paseo (2000); Credo (1997):
Silvia Plath (1994); El Paramo (1990);
 Grandes Obras de 
El Toro de Barro
Shamer Khair, en Carlos Morales COEXISTENCIA, Antología de la poesía israelí -árabe y hebrea- contemporánea.
2ª Edición.
PVP 10 euros
edicioneseltorodebarro@yahoo.es




En todo lugar
hay un precipicio para los valientes
y una sombra para los exhaustos
y un manantial volcando su frialdad.
En todo amanecer
hay rocío para los temblorosos
y luz para los amantes
y frías piedras y salvajes pastos.
En todo anochecer
hay sosiego para los tempestuosos
y liviandad para los solitarios
y una roca para los que yacen al final del camino.

Otros poemas de








 

No hay comentarios: