El Toro de Barro

El Toro de Barro

miércoles, 28 de marzo de 2012

Carlos Morales, "La danza de los pásharos"


 


La danza de los
Sharos




Cielo triste
cielo mira mujer con niño dentro
hombre solo mira cielo
mira niño
mira mujer sola
contempla nube oscura pintada en cielo triste

Indio pone quena en boca
quena silba mágica
trota en aire
llama pájaros
pájaros duermen en monte
pájaros no quieren despertar
no pueden despertar
no saben volar en cielo triste

De pronto cielo fulge
de pronto brama cielo
toca címbalos y llora
entorna sus esclusas himen Dei
vienen pájaros en medio de tambores
pájaros y espinos la música buscando

Quena encuentra pájaro qui vola
rara escoba baila cielo triste
danza tosca
oh pájaro insolente
oh pásharo que bajas
oh páxaro infelice en plomo dibujado

Hambriento el Agnus Dei el cielo triste cruza
cielo llove pájaros y lluvia
quena llora pájaros cursivos
gozoso Santo Espíritu a pájaros espera
a pájaros que lumen pecatta tollis Dei
al cabo pico santo rompe pájaros ingrávidos
plumas llueven
en garra de Dios oh pájaro abolido

Indio sella boca
guarda quena
hinchado Sancti Espíritu regresa a la montaña
ya no pájaros
ya no ojos mirando cielo triste
solombras nubes rojas
sólo un hombre en la tempesta
mujer sola con niño dibujando
el rastro del espíritu
el caos que se avecina
 





De su libro 
El Toro de Barro, 2003.




Algunas Traducciones
Algunas Versiones



Nota sin demasiada interés.-

     Escribí este poema en un autobús, sobre unas servilletas de papel que tomé de un bar y en el vaho de la luna de la ventana que me separaba del frío. Iba con mis hijos, entonces muy pequeños. Nos había impresionado el espectáculo que un peruano escenificó con sus pájaros en un zoológico. Y es que ocurrió algo sobrecogedor: un águila desobedeció las órdenes de aquel hombre pequeño y racial, y agarró con sus garras a un pajarillo despistado, cuyas plumas comenzaron a caer sobre el viento. Me dio por pensar que el pájaro era yo en las garras de Dios, o del destino, que por primera vez me había dibujado un tumor que luego -con el tiempo- apenas sí tuvo consecuencias. 
Esto ocurrió en noviembre de 1999. 
Llevaba sin escribir catorce años.
     Utilicé expresiones sefardíes y latinas. Y lo hice sin señalar -mediante subrayados- su individualidad. Las integré voluntaria y conscientemente en las expresiones en castellano, buscando en su continuidad un solo, un único lenguaje poético, capaz de adecuarse a las visiones enloquecedoras de la desesperación que, por aquellos días, me doblaba las espaldas del espíritu. Pero hice más: procuré borrar del paisaje del poema los artículos, adaptarme al lenguaje dificultoso de mi -entonces- hijo más pequeño, Darío, que hablaba como los indios de los western. 
     En mi cabeza retumbaban los versos deslumbrantes del Ite misa est, de Gabino Alejandro Carriedo, que acababa de leer después de que Francisca Domingo, su gran estudiosa, me lo enviara en un puñado de cuartillas que contenía los poemas que mi admirado poeta palentino había escrito antes de que lo encontraran muerto, y sólo, en su apartamento de San Sebastián de los Reyes....
     Aquel atardecer decidí que sí, que pondría en marcha El toro de barro, que merecía la pena perseverar en el camino editorial de su fundador, y de mi amigo, Carlos de la Rica. Y decidí hacerlo con Gabino, con El libro de las premonicionesY también los poemas sefardíes de Margalit Matitiahu, sus solombras, sus pásharos que lloven y que volan bajo la tempesta del espíritu de Dei...
     Y aquél atardecer comencé -por fin- a escribir, obsesivamente, como si aquella escena hubiera abierto totalmente todas las esclusas de mi corazón...     Durante los cuatro meses que siguieron a aquel día, tallé -esa es la palabra, a golpe de martillo- los poemas de El Libro del Santo LapiceroY desde entonces, apenas sí he vuelto a escribir más. Pocas cosas, pocas que merezcan la pena ser salvadas de la quema...
     Pero ahí comenzó la rebelión. 
     Mi pequeña lucha por el hombre que yo soy, por mi pequeña vida.
     


     Perdone el lector esta mancha autobiográfica. 

Carlos






9 comentarios:

quantum dijo...

El espíritu aquí viaja de cielos tristes a la alegría violenta del tumulto vital: sugerencias múltiples y ricas en esta versión tuya que he de ir saboreando -y viviendo- con relecturas.

En esta noche de verano, como pájaro inquieto viaja hacia ti mi enhorabuena. Y mi gratitud por tu invitación a compartir.

Anónimo dijo...

Me parece grandioso este poema. Esa alegoría de la caza del hombre por los mismos dioses, plagada de vocablos sefardíes y latinos, creo que forma parte de la mejos literatura de todos los tiempos. Lo mismo digo de la danza del burka, donde las poderosísimas imágenes te atan al asiento y te dejan sin respiración, como ocurre con el Todesfuge de Paul Celan.

Paul Listz
Viena.

Anónimo dijo...

Caray "el pecado que limpia el cordero de Dios"...
y encima en latín
palabras sefardíes, catalanas...
Es una obra maestra...

Amadeus Holstein
(Viena)

mery sananes dijo...

Sin embargo, Carlos, esos pájaros que vuelan en cielos alegres, al ritmo de quenas nostálgicas de ternuras, son quienes construyen los recintos para el hombre solo, para la mujer y para el niño, para un tiempo que no se mida por el tolis pecatta mundi, sino por el gloria in excelsis homo. Un abrazo

A chuisle dijo...

Magnífico poema Carlos, magnífica prosa tan poética, magnífico poeta. El poema es un canto al drama de la vida, jamás pequeño. A la vida que lucha y a la vida que persiste. A la magnífica sinfonía de la vida que se abre como pequeña rendija entre las nubes negras.

A chuisle dijo...

Excelentes comentarios me preceden.

Zhivka Baltadzhieva dijo...

Después de leer el poema me he quedado en su espacio de lenguas, lenguajes, tradiciones, dolores, soledades y vuelos como si fuera yo misma parte de todo esto. Y creo que más no podemos exigirle a la poesía. En su abrazo de ritmos y añoranzas la vida es un lugar donde duele pero se puede respirar.
Me gustaría poder compartirlo con mis otros amigos, pero no soy nada docta en estos procedimientos. Pido ayuda.
Zhivka

maría dijo...

Si puede ser útil mi visión acercaré mi voz para comunicarte que viviste una experiencia reveladora de tu existencia espiritual, que habías dejado aparcada, casi a punto de ahogarse o incendiarse; fue una llamada de ti mismo: la naturaleza es sabia y purificadora. En otro orden de cosas, has elegido, o te ha elegido, la escena adecuada para expresar el ímpetu de tú voluntad que gritaba en silencio para alzar el vuelo y sacrificar tus placeres en aras de algo supremo, superior. Para recordarte que eres un ser de luz que está viviendo una experiencia humana. Hace exactamente trece años que se te ha comunicado de la existencia de tu cuerpo espiritual. La parte artística del poema está tremendamente conseguida: creo estar participando en esta danza alegórica de aves-alas-almas. La elección de las lenguas diversas que nos alcanzas hacen del poema una cuidada y sugestiva escenografía. Eres grande!!!

Isabel Martínez Barquero dijo...

Arrebatador, iluminado, hipnótico... Posiblemente se me ocurrieran muchos más adjetivos respecto a este poema lleno de espíritu, que nos dice de muchas formas que los pájaros no vuelan en los cielos tristes, que las almas no se alzan en la melancolía. La última estrofa es bellísima, decisiva y brutal.
En cuanto a la nota biográfica, me ha resultado muy reveladora y, desde luego, de gran valentía. Contar los ríos ocultos que nos llevan a la escritura, como las ciénagas que se tragan nuestras palabras con voracidad impune, es liberador para con uno mismo, para las propias palabras del futuro, para la esperanza de la salvación en la belleza.
Gracias por esta joya.